sábado, 23 de abril de 2011

MELANCOLÍAS ENCERRADAS

Un día entero da mucho que hablar, y de decir; veinticuatro horas da mucho juego. Es como una caja de sorpresas que abrimos al despertar. Nos atrevemos a diseñar incluso el día por anticipado, mucho antes que las horas caminen tranquilas o se alboroten por las prisas. Por eso sesenta minutos dan para mucho, nos pueden parecer plácidos o amargarnos el día.


Por más que hagamos pronósticos no siempre se aciertan. Es verdad que lo cotidiano nos condiciona, porque casi todos los días se parecen, el trabajo es el mismo, las malditas horas de presión igualmente semejantes y los horarios gemelos unos de otros.

Pero lo que tiene el día es precisamente que está abierto a la sorpresa. Acontecen numerosas cosas normalmente sin importancia pero, a veces, nos cambian el día, y a veces también hasta la vida.

Motivos se nos presentan a diario para reír o llorar, incluso las dos cosas casi instantáneas. A veces también ni sabemos siquiera por qué lloramos o reímos, pero lo hacemos. Se nos resbalan las lágrimas tan fácilmente como cuando se nos escapa una sonrisa sin querer o un bostezo inoportuno.


Y es así porque la vida no puede ser de otra manera. Ella nació así, como nosotros mecidos en ella.


Lo mejor de todo sería, llegado el descanso de la noche, observar la balanza de las sonrisas y de los llantos, porque sollozar de vez en cuando alivia; de continuo enferma.


Sé que alguien, ahora, se ahoga en un recipiente de llantos. Sé que cree que jamás podrá abrazar la risa. Y se equivoca.


Hay melancolías encerradas que no encuentran la puerta de salida. Lo peor del encierro es la oscuridad, acongoja y atrapa. Por eso es tan importante la luz, por muy tenue que sea, por lánguida y débil que parezca.


La luz despierta las pupilas, vislumbra una salida y, a fuerza de empujar y querer, se abrirá la puerta.


Una vez abierta ciérrala, de un portazo si es preciso. No vuelvas. Sigue los caminos de la vereda; te llevarán lejos o cerca. Sigue tu intuición pero camina, camina para devorar las horas del día y para curar los ojos de llantos, para abrir las bocas cerradas.


martes, 19 de abril de 2011

OLVIDOS QUE OFENDEN

Claudicamos a tentaciones sutiles. Ponemos todos los mecanismos y los recursos que se tercien para mayor rentabilidad de nuestros instintos inmediatos, cuando casi todo puede esperar.


Lo que no puede dilatarse es la paciencia de quienes nos esperan, acompañan, estimulan y creen en nosotros.

Sin embargo, somos tan retorcidos que pensamos que lo primero no son los demás, sino nuestos impulsos. Después todo lo que venga o haya que atender.

Los años enmarcan las vidas de las personas y, cuanto más los dejemos atrás más sensibles nos toca ser. Son menos las prisas, más débiles las tonterías y mayor capacidad para calificar qué es lo más importante o lo más secundario.

La mejor respuesta es atender con una mirada y una buena sonrisa a quienes nos reclaman o esperan. Para eso ellos están con nosotros. Para nada más.

Música sugerida: ANUNCIO PUBLICITARIO

sábado, 16 de abril de 2011

REHACER LA VIDA

Anoche volví a encontrarme, como otras veces ocasionales, a una pareja que logró rehacer sus vidas. Siempre que los veo, a él y a ella, me alegro de no perder la ocasión. Los veo felices, alegres, enamorados.

No hace tanto tiempo la gente que enviudaba se ponía durante una larga temporada el luto y debían guardar, y hacerlo público, su período de condolencia. Estaban casi obligadas de portar la tristeza allá donde fueran para aviso de pretendientes y mantener intacta la línea del permiso.

Hasta hace bien poco las personas recién separadas, fuera cualquiera el motivo, igualmente guardaban un tiempo de reclusión, no vaya a ser que la gente piense mal e interprete cierta ligereza en sus conductas.

Yo me alegro de que las vidas de las gentes se vayan recuperando de los impactos que la propia vida les regala. Habrá quienes tarden más en deshacerse de las envolturas encorsetadas que nos cose la sociedad. Los hay que despiertan rápido del sueño, ese que siempre fue pesadilla. Lo que sí creo es que todo vacío no puede prolongarse por mucho tiempo. Si es así saldrán telarañas por los rincones del alma y los setimientos fermentan y se apolillan.

Y cuanto antes salga uno del caparazón, triste y mudo, mejor para la vida que espera y mejor para las gentes que le rodean.

El difunto querría que la persona a la que amó no cayera en la selva de la desdicha, que si la vida acaba para unos se prolonga para otros.

El separado no debería mantener nunca una actitud beligerante con quien se alejó de su lado. Porque la vida no se acaba en una pelea irreconciliable ni se detiene por una crónica incomprensión.

Y porque la vida sigue es por lo que me alegra tanto que seres que perdieron la sonrisa, que secaron el pozo de sus lágrimas, que tartamudearon de miedo y soledad, vuelvan a sonreir, a humedecerse los ojos, pero de alegría, y a volver a hablar con dignidad.

La vida aún da brotes de esperanzas.

martes, 12 de abril de 2011

PEPITO GRILLO

Mucho antes de que el bíblico Moisés bajara del Monte Sinaí el decálogo divino, ya existía la conciencia en las almas de los hombres y mujeres. Se inventan mandamientos para establecer un orden y bajo los parámetros del premio y del castigo, de la recompensa o la desgracia, de la gloria o la frustración. Y todo ello bajo la presión del bipolar tema del bien o el mal.

La conciencia es un puzzle que, bien encajado, nos permite la catalogación de personas morales, rectas y correctas. Si no ensamblan bien algo anda mal. En cualquier caso la tentación siempre es capaz de confundirnos y de interpretar que lo que no es bueno tampoco es malo. Podremos entonces acudir al pretexto, a la justificación puntual, a la excusa precisa con cuartada. Pero para eso está nuestro Pepito Grillo particular, para que, equivocado o no, nos susurre esa voz silenciosa para decirnos que ésto sí y aquello no.

La conciencia es el termómetro que nos indica cuándo traspasamos la línea roja. A partir de ahí podemos ser libres en la ofensa, en el daño, en la agresión, en el robo e incluso en la muerte. Luego será el Pepito Grillo de lo Social o de lo Penal quien dictamine por qué vulneramos nuestra conciencia, los diez mandamientos y la línea roja.

Pero el primer y más sincero Tribunal es el nuestro propio, lejos de mercancerías jurídicas y pactos amparados en el Derecho.

Hay quienes envaran a su propia conciencia y la entierran viva. No saben que sin el Pepito Grillo, a veces como mosca cojonera, nos sigue, nos alienta y nos enmienda.

De modo que si aún tenemos esa preciada conciencia, no nos la quitemos de enmedio. ¡Quién sabe si en un momento nos hará falta y nos sentiremos entonces solos y perdidos!

Sin ella no haremos otra cosa que correr, ligeros de paso y a ningún sitio.

Música sugerida: RUN FOR HOME. Lindisfarne

martes, 5 de abril de 2011

MOBBING

Tal como están los tiempos es agradecido disponer de un trabajo. Imagino que lo ideal sería que cada uno tuviese su propio negocio, con los riesgos que para todo emprendedor conlleva, pero sin tener que dar cuentas a nadie, salvo la hacienda pública, del devenir de la propia empresa.

Lamentablemente no es lo habitual y la mayoría de las personas que disfrutan y padecen del trabajo lo realizan por cuenta ajena, supervisado por el jefe de turno que evalúa cada rendimiento.

Ocurre muchas veces que surge en la vida un elemento perturbador y nuevo: la figura de un impresentable, que bien puede ser el jefe o algún trepa recolocado, que realiza, más que un control normal y autorizado del personal, un fustigamiento riguroso e implacable con el asalariado.

A esto se le llama universalmente Mobbing, y ese acoso sistemático y calculado puede causar estragos en las víctimas; hasta el punto de causar bajas laborales y prolongadas.

Conozco a gentes cercanas que les sucede esta incompresible atrocidad y viven bajo la angustia y la tormenta. Primero se cuestionan si son válidas para su trabajo, luego dudan de su propia salud y más tarde son derrotadas por el acoso y derribo a los que son sometidas.

En los organigramas establecidos de empresa siempre han existido los sádicos déspotas, los jefes engreídos, los aficionados trepadores que se creen dioses cuando se cuelan en el siguiente peldaño, incluso los compañeros desdeñosos y egoístas que hacen la cama o ponen la zancadilla a la mínima oportunidad.

Son personas con escaso espíritu conciliador, entienden la competividad como algo personal, no como un reto de superación, creen que utilizando los codos llegarán más lejos; ignorando por completo que el éxito no radica en ser el primero en la carrera, sino en ser aceptado y reconocido por los demás.

Si de algo sirve esta misiva es para alentar a los sufridores perseguidos. No enfermar, no claudicar, no abandonar ni la lucha ni el puesto de trabajo.

La dignidad es más poderosa que la mentira, el aprecio personal más importante que la envidia ajena, la autoestima más eficaz que la ordinariez, la resistencia más fuerte que el instinto psicópata y la tranquila conciencia más pertinaz que el asedio calculado.

Si alguien te embiste haz como si no existiera, que no merecen atención ninguna. Si te despide reclama, pero no abandones. ¡Resiste y cava una trinchera!

Música sugerida: THE EXECUTIVE. Tommy Roe