viernes, 30 de octubre de 2009

AQUELLOS AÑOS EN BLANCO Y NEGRO

Han pasado la friolera de cuarenta años. Éramos entonces una pequeña y típica pandilla de la infancia. De esas que se forman tan espontáneamente cuando se desconce la vergüenza, la malicia y, la vida. Imberbes todavía, con pantalones cortos y con flequillos de chiquillos de la época, comenzamos a descubrir y andar por esas sendas de la amistad. Empezamos a conocer lo que los amigos suelen compartir, las reglas del juego por las que se rigen todas las pandillas, los secretos todavía protegidos por la inocencia, el obligado respeto y la sagrada lealtad.
Después del colegio cualquier rincón de la calle nos esperaba. servía una explanada, un solar, incluso una esquina. Tan sólo significaba un espacio donde poder hablar, contarnos cosas y también, por qué no, gastarnos bromas. Cualquier sitio era un buen punto de partida para recorrer el pueblo. Las calles eran nuestras, poseídas por los adolescentes que, como nosotros, todavía ignorábamos los peligros del tráfico de los coches. El otro tráfico, el del narcotráfico aún tardó en llegar, afortunadamente. Escasos vehículos pero cuánto miedo con los claxon, por lo que suponían de tan poco familiares.
La calle seguía siendo nuestra y era nuestro parque natural, nuestro lugar de recreo. Podíamos desplazarnos de un sitio a otro en dos zancadas casi sin necesidad de mirar, ni a derecha ni a izquierda, y nuestro límite sólo lo marcaba el caer la noche. Así todos los días y no existía ni el abatimiento ni el aburrimiento. Los sábados se localizaba un descampado o un antiguo vertedero y a dar patadas al balón.
Los domingos era otra cosa. Seguíamos con las piernas descubiertas y con esos pantalones cortos, pero ya la ropa era más propicia para ese festivo esperado y porque era un domingo de verdad. Algunos la corbata, otros la pajarita y los menos presumidos, o con menor condición, con una decente combinación de camisa y chaqueta. Y entre nosotros no había clases sociales, pues cada uno iba como podía. Y nosotros, en aquella época, no nos mirábamos las ropas, nos mirábamos los ojos, que decían que escondían el alma.
Mi madre, a mi hermano y a mí, nos peinaba esos domingos como nunca, y a falta de las inexistentes colonias nos sazonaba con limón. Pero luego no éramos los únicos, en esos encuentros festivos, con el mismo tratamiento peluquero y cabelludo. Pero cualquier mejora de aspecto y maquillaje no ocultaba jamás nuestra compartida vergüenza al salpicarnos los colores cuando nos miraban esas chicas que nos gustaban. Porque esas insinuantes miradas, las de ellas, nos delataban. A partir de ese simple gesto mirábamos hacia otra parte al no poder compartir el reto firme de mirada contra mirada. Nos ganaban la batalla y acabámos exhibiendo esa timidez casi blasfema, descubríamos el rojo en nuestros rostros y nos mordíamos las uñas, ya vencidos, no sé si por la ansiedad descubierta o por la impotencia de lo imposible.
De un verano a otro crecíamos un palmo más del suelo. Ya empezaba a despuntar la barba y teníamos mostachos en el bigote. En algunos la voz ya no era la misma angelical de hace dos días, pues era de trueno, ronca y bastante desconocida. Pero el fulano era el mismo. Los mismos ojos, la misma cara, el mismo alma.
Las calles, entonces, eran nuestras. Hoy ya no es nada lo mismo; y hoy la amistad aún no se ha perdido. Pero unos se han quedado definitivamente calvos, otros empezamos a cultivar las canas, y juntos pero separados, ya nos adentramos en el club de la vida: esa cosa que parece una espiral con rectas interminables, curvas temerarias, tirabuzones de vértigo, adoquines puntiagudos y jardines con espinas; y de vez en cuando oasis relajantes y remansos de paz que llamamos felicidad.
De algunos ya no sé de ellos desde hace tiempo y de otros no queda casi relación. Son pocos, muy pocos, los que aún reinventamos el abrazo viejo y esa mirada fija, aún no perdida, donde todavía redescubrimos esas olvidadas voces angelicales y nos seguimos dibujando las siluetas de esos pelos peluqueros y cabelludos.
Pero cuando el tiempo y el azar nos provoque el reencuentro estoy seguro que el buen recuerdo y la vieja lealtad aflorarán por los poros. Aunque no seamos los mismos. Pero el estrechón de manos y el abrazo tierno nos rebrotarán al principio de nuestro principio.
* Texto de Los Secretos de la Noche
*Autor: Juan José Torres
*Música sugerida: BALADA PARA 5 INSTRUMENTOS. G. Moustaki

jueves, 29 de octubre de 2009

LOS SENTIDOS MUTILADOS

Hay quienes oyen pero no escuchan, quienes hablan monólogos con frecuencia ofensivos, quienes miran sin observar, quienes leen entendiendo poco y quienes tocan sin sentir.
Allá por donde vayamos siempre nos encontramos gentes así y ni escuchan, ni observan, ni hablan con respeto, ni comprenden lo que leen y ni siquiera sienten. Y esto es así no porque tengan los privilegiados sentidos atrofiados, sino porque, en demasiadas ocasiones quizás, nos invade el ego, nos creemos los actores principales, somos el centro del universo y nuestro ombligo es el que más atención requiere.
Así que, cuando nosotros tengamos también los sentidos mutilados hagamos de la reflexión un método y de la autocrítica un ensayo cotidiano. Si nos damos cuenta de lo fácil que resulta acotar nuestros sentidos y privarlos de lo que nos rodea, es que aún estamos a tiempo. Las personas fuera de nosotros, que en realidad es el resto del mundo fuera de nuestro mundo enclaustrado, merecen más respeto, comprensión y estima.
Si son los demás, muchos de ellos, los que nos desesperan armémonos de paciencia. Sigamos afinanado nuestros solidarios sentidos y a esperar si alguno se contagia en ellos. y que predomine en nuestro vocablo palabras como las gracias o el perdón.
Y si con todo nuestro esfuerzo nos seguimos encontrando con personas "sinsentido". que nos encontraremos, démonos la vuelta en silencio sin atropello alguno y olvidemos el asunto. Que "lo que no pué ser, no pué ser" como decía un torero. Porque al final cada cual acaba por delatarse y el tiempo pone a cada uno en su sitio.
Sigamos los conscientes potenciando nuestros sentidos y abriéndolos a los demás. Y los que los quieran sólo para ellos, que se los queden, que antes se pudren.

lunes, 26 de octubre de 2009

LA ENTREGA

Disponía ya de una escasa media hora. El tiempo se le venía encima. El parque se iba ensombreciendo por el cierre del día, y conforme la luz natural iba perdiendo intensidad y se hacía más tenue con más ganas apretaba las manos de su hija. No volvería a tocarla, a abrazarla ni a besarla hasta los próximos quince días.


La niña hacía preguntas y preguntas. Su inocencia, su ingenuidad, su ignorancia, su confusión..., salía articuladamente por su boca en dudas continuas de difícil respuesta.


-"Quiero que vengas a verme también mañana".


-"Tendrás que esperar un poco, hija mía".


La niña dejó de hacer preguntas. Él, convertido en mantequilla derretida, lo agradeció. ¡Cómo explicar una situación que no tiene explicación ni solución!


Empezaba a oscurecer. Por las aceras, sorteando calles y esquinas, bajo las farolas y entre la brisa, caminaban hacia una casa, un destino, una entrega.


El plazo concluía. De nuevo se apretaban muy fuertemente las manos. No se atrevían ni a mirarse.


-"Te quiero papá".


-"Yo también te adoro, hija mía".


Las luces de la ciudad se encendían...




Texto de Los Secretos de la Noche


Autor: Juan José Torres

domingo, 25 de octubre de 2009

LOS ÚLTIMOS SUPERVIVIENTES

¿No te has preguntado alguna vez qué tal les va, cuando se reúnen en corros los abuelos ,bajo una sombra, en torno a un banco, frente a un portal, junto a una esquina?



Desbordados de viejos recuerdos, olvidados muchos más, -porque la memoria comienza a ablandarse-, con las manos temblorosas encallecidas por la vida, rostros surcados por el tiempo, cabellos seniles, blancas barbas; deambulan, éstos cansados héroes, por las calles y agrupados, con sus cojeras, sus boinas, sus garrotes, sus lentos reflejos...



Y en la conversación improvisada aparecen los lugares de origen, las casas que los vieron nacer, los primeros juegos, las primeras novias, los escarceos amorosos, los amigos quedados en el camino, las cicatrices de guerra y las otras, las del alma, los dolores del cuerpo, la débil pensión. Y aguardan sin prisa alguna que la vida se despida y se entierre con ellos...



Un rato de anciana asamblea mientras se apuran hasta el final los últimos pitillos a escondidas, porque les están prohibidos. Luego se disuelven lenta y pacíficamente cada uno para su casa, y algunos a su residencia. Seguramente la sopa caliente o el hervido esperarán sobre la mesa. En casa de los hijos y de las hijas los más cascarrabias discutirán con genio y con indomable carácter cualquier cosa. Otros no sacarán ni punta: verán, oirán pero callarán; y también habrá aquellos que no tendrán siquiera a nadie, ni para empalmar otro cigarrillo ni para iniciar otra conversación.



Esperan impacientes a la próxima ocasión, a ese siguiente "ratico" bajo una sombra, frente a un portal, en torno a un banco, en una esquina para seguir hablando de las cosas que sólo a ellos interesan con los amigos de la quinta.



De vez en cuando alguno deja de asistir a la cita, porque un mal soplo se lo llevó.






Texto de Los Secretos de la Noche



Autor: Juan José Torres



Música sugerida: THE FOSSE. Wim Mertens

sábado, 24 de octubre de 2009

CARTA A MIS HIJAS

Cuando asomaste la cabeza desde el vientre de tu madre cambiaron nuestras vidas. Después de respirar sobre tu buena salud, tras las primeras exploraciones supimos que ya todo iba a ser diferente. Para empezar, al hospital fuimos dos y regresamos a casa tres. A los dos años irrumpió en un nuevo parto la que faltaba, pero no fue una aparición de cabeza, sino enseñando el trasero en un giro retorcido en la última semana. Qué sensaciones tan indescriptibles y qué responsabilidad. Natural, pero agobiante.
Sobre educar a los hijos no existe facultad universitaria ni centros de formación. Nuestras únicas herramientas fueron un amor infinito, contenedores de paciencia concentrada y la intuición. Y ante las dudas sinceridad y ante los problemas naturalidad. Con meses ya crecísteis entre conversaciones y canturreos, entre juegos y sonrisas. Y con meses ya os hacíamos una recopilación fonética sobre los objetos de la casa. Las cosas de la cocina, las del salón, las del cuarto de baño, las de vuestra habitación de juego y cada cosa con su palabra pronunciada, clara y despacio. Por las noches, antes de dormir y después del aseo, el obligado cuento popular o la historia inventada, quedando en ocasiones poco satisfechas y reclamando más a nuestras voces cansadas.
Después de veintidós y veinte años recorréis vuestras vidas casi independientes, lejos de casa. Seguís buscando formación a pesar de vuestras reconocidas dudas en mil cosas, pero, ¡ay hijas mías quién no tiene dudas! Quien no las tenga a cualquier edad o en cualquier época es que es un sabio, y los sabios son como los milagros, que no existen.
Os inculcamos que los hijos son, como los poyuelos, para que vuelen algún día. Sabíamos que no se puede retener, ni retardar egoístamente esa alza, casi definitiva, en descubrir vuestro propio mundo. Y para cuando llegase el momento, que ya llegó, despediros con la entereza suficiente, con unas escondidas lágrimas y el abrazo más hermoso. Y os recordábamos esas letras de ese cantautor catalán que tanto nos gusta: "y si el azar te lleva lejos, que los dioses guarden tu camino, que te acompañen los pájaros, que te acaricien las estrellas... "
Y cuando decidáis regresar libres, porque sois libres, vuestra casa seguirá abierta de par en par, escondidas nuestras lágrimas, controlada la emoción y desempolvando ese viejo y hermoso abrazo. Porque nacísteis para vivir vuestras vidas, no las nuestras ya vividas; nacisteis para redescubrir el mundo y reinventarlo de nuevo; naciesteis para sufrirlo y para mejorarlo en cada gesto, en cada paso utópico pero solidario y a la vez, necesario.
Volar, planear, sembrar. Vuestra tierna vida se abre paso entre los juncos de esta selva enjambrada de histerias y locuras. Aprender en la jungla y aprender a sobrevivir, con esa honestidad que ha sido el principio de nuestra religión agnóstica. Amar, compartir y vivir.
Nosotros, los viejos progenitores, os seguiremos hasta ese fin del mundo, orgullosos, hasta nuestros últimos latidos y hasta donde nos alcance ese rabillo del ojo.
Mil besos y mil hermosos abrazos.

miércoles, 21 de octubre de 2009

PARA ELLA, QUE LO SABE.

Ella es menuda pero fuerte, frágil pero resistente, tierna pero curtida, hermosa y al mismo tiempo sufrida, sincera y amiga, -conceptos que en ocasiones el primero solapa al otro si la amistad no es consistente-, solidaria y firme.
Ella camina hacia adelante a pesar de los afilados adoquines del camino, vitaliza su energía y la transmite, contagia con su mirada y se hace querer con su sonrisa.
Ella ha conocido el dolor como pocas y, sin embargo, anestesia al grupo escampando las tristes nubes que amenazan tormenta.
Ella sabe como pocos del vértigo que produce tambalearse en el alambre, de la incertidumbre de los días del calendario, de encontrar la antorcha en el túnel oscuro.
Ella llora, ella ríe, ella duerme, ella vive.
Ella siembra abrazos y recoge amistad, ella tiende las manos que brotan claveles y ella sabe que un ramillete de personas entrañables la queremos.
Y como te alejas de nosotros durante unos días, recibe nuestro más cálido abrazo y nuestro recuerdo infinito.

martes, 20 de octubre de 2009

EL REENCUENTRO

La encontró tan guapa y hermosa como siempre. A veces la magia de un inadvertido milagro hace estas cosas. Le pareció tal y como la contempló la última vez, hace de eso ya mucho tiempo. La misma sonrisa, idéntica la mirada, semejante el gesto dudoso y complaciente. A ella, sin embargo, le pareció algo más viejo y apagado.
Ella dijo de sí misma que el tiempo no pasa en balde y que transforma, insoslayablemente, a cuantos tuvimos la dicha o la fortuna de nacer. Él, en cambio, no sé si por cortesía, por cumplido obligado, por situación mil veces soñada, la divisó eternamente joven. Cierto es que pensó que las personas dependen también de los ojos con que se las mire, para exaltalrlas o ridiculizarlas, para envejecerlas o rejuvenecerlas. Pero él la vió joven y así se lo hizo saber. "Te pareces tal cual a la de entonces. No has cambiado nada".
Se apresuraron a abrazarse, no sin antes vencer un extraño y lógico miedo, alimentado por la distancia y el tiempo. Él la besó en la boca, luego ella en la frente, exactamente como ocurrió la última vez. Se susurraron a los oídos y sus labios encendidos cerraban los ojos del destino.
Él asó con fuerza la maleta, tan triste como entonces, y confió esperanzado en el último regalo de su viaje.
* Texto de Los Secretos de la noche
* Autor: Juan José Torres

LA MADRE IGNORANTE Y EL NIÑO MALCRIADO

No. No me corte por ahí, no. De esa parte tampoco, tiene mucha grasa. De aquella, que parece más blandita. Huy qué tierna, sí, ese pedacito. Me pones de esa parte dos tiritas. Es que mi nene es un poco delicado ¿sabe? A mi niño si no le das de lo que le gusta no me come de nada. Y mire que lo he intentado todo. Pero el jodío nos ha salido un poco sibarita. Y, ya sabe, no es cuestión, tal como están las cosas, de que me flaquee. Así que, con tal de que me coma, lo que sea, lo que la criatura quiera. Caprichoso sí que es pero, qué le voy a hacer. Yo es que en casa no puedo con él y cuando le replico en algo se me pone a patalear y berrear. Así que con tal de no oírlo. Eso es, así está bien. Pésemelo y me dice lo que le debo. No me importa tanto el precio con tal que al niño le guste. ¡Qué cosa más rica de hijo tengo!
-Señora, perdone. Estoy haciendo cola y, sin querer faltarla al respeto, me parece que tiene un poco consentido a niño.
-Pero si es un cielo. Lo que pasa que es un poco remirao.
-Señora, piense usted que casi todos los niños de otros continentes no tienen nada que llevarse a la boca.
-Ya estoy al corriente, pero yo colaboro en las cuestaciones para el tercer mundo.
-Señora, me está evocando usted a don Camilo José Cela y a Fernando Fernán Gómez.
-Sí, los conozco. Un buen escritor y y gran actor.
-Señora. ¿le digo una cosa? ¡váyase a la mierda!
*Texto de Los Secretos de la Noche
*Autor: Juan José Torres
*Música recomendada: WINTER BOY. Sainte Buffy Marie

domingo, 18 de octubre de 2009

LOS SECRETOS DE LA NOCHE

Los Secretos de la Noche es un viejo título que pretendo ahora, a través de este Blog, un poco rescatar. Son los textos que escribí para unos programas radiofónicos a finales del 87 y a lo largo del 88. Los primeros se emitieron con equipos de tercera mano y en unas condiciones de "amateur" y por puro amor y entrega a una vocación frustrada. No se admitía publicidad y eran escasos los recursos económicos; de manera que aquella experiencia pionera acabó por sucumbir.
Éramos un grupo de soñadores con los bolsillos rotos y cada uno aportó con lo que cada cual podía. Unos realizaron programas de música folk americana, otros música clásica, otros música pop, y hasta se llegó a trabajar la entrevista en directo. Las primeras semanas se emitía casi las veinte horas diarias y, al no ser profesionales con el tiempo la pereza fue ganando terreno a la disciplina y las emisiones se convirtieron en informales, y la informalidad nos separó.
Mi programa Los Secretos de la Noche pretendía ser intimista, sencillo y cotidiano. Contar y comentar cosas que le pasa al mundo todos los días: amor, desamor, alegrías, tristezas, pasión, ternura, indiferencia...Todas esas cosas que tanto nos rodean y que nos moldean continuamente.
Más tarde lo emití en una emisora local de la Cadena Ser, con mejores medios y más profesional pero igualmente sin remuneración económica por mi parte, dicho sea de paso nunca fue mi pretensión. Pero cuando me invadió la publicidad se acortaba tanto el programa que opté por dejarlo.
Los textos están manuscritos a mano, y todavía se conservan en los amarillentos papeles. La voz, con la música que yo mismo seleccionaba, aún estarán grabadas en las viejas cintas de casettes ya en desuso y arrinconadas. Así que, aprovechando el Blog, colgaré con frecuencia aquellos viejos textos. Estoy convencido de que, aunque han pasado más de veinte años, siguen teniendo vigencia.
Cuando los textos de este blog pertenezcan a aquellos programas de Los Secretos de la Noche lo haré constar. Así como la música sugerida, que era la música que seleccionaba y que se emitía en antena. Lo ideal sería poder emitir esa misma música original en el blog, para que pueda ser escuchada; pero aún no tengo los suficientes recursos, y tampoco tengo claro posibles problemas legales con la SGAE.
Y por lo demás, las otras cosas que vaya contando también son mías, pero eso ya es otra historia.
Un fuerte abrazo.

sábado, 17 de octubre de 2009

LOS VACÍOS

Ojalá llegue el momento de no echar en falta a las personas cuando ya no se tienen o las cosas cuando no disponemos de ellas. Ojalá no echemos de menos muchas y hermosas situaciones cuando eran algo nuestro, algo tuyo y,...desaparecieron. Siempre existe en nuestras vidas algo insustituible y acaberemos añorándolo cuando ya no esté entre nosotros.
Sólo intento comentar, torpemente, que valoremos cada situación, cada cosa, cada momento, cada persona como si fuese algo único, porque es irrepetible. Porque, y es algo que acontece en la historia de cada vida, siempre nos acordamos, entristecidos e impotentes, cuando se marchó lo que teníamos tan cerca.
Siempre he pensado que la vida, y todo lo que en ella hay, es efímera, fugaz. ¡Cuántas veces hemos oído que la vida son dos días! Bueno, ojalá sean muchísimos años; pero sólo viviendo cada momento, cada instante con fuerza, ternura e intensidad podrán parecernos muchos años. De lo contrario todo pierde su sentido, viviendo mecánicamente, monótonamente, autómatamente, inertemente. Es entonces cuando se nos esfuman los años como un ligero y raudo parpadeo. Aunque tampoco se trata de quemarnos en esos dos días. Simplemente hay que valorar y disfrutar con esas personas tan próximas y especiales para nosotros y de todo aquello que ahora nos parece insustituible.
Por eso cada beso, cada abrazo, cada caricia, cada roce, cada caña, cada libro, cada tertulia entre amigos, cada situación maravillosa, vívela en toda su plenitud, con toda su intensidad y como si todo fuera único, la última vez, tal vez... Porque en todo este azaroso mundo nadie nos garantiza nada: ni el mañana, ni si volveremos a repetir lo que acabamos de realizar, ni siquiera volver a rebobinar y reconstruir el pasado y subsanar errorres. Como no hay otra suplicada oportunidad valoremos cada instante, cada cosa y cada amigo.
Por ejemplo el beso que hace un rato dimos aún nos queda en los labios, -como grato regalo-, pero ya no está, ya es agradable pasado; ese gesto que nos alegró, esa carta que escribimos, la última llamada telefónica. La ultima historia que nos dice y cuenta que ya todo es historia. Así que a vivir la vida con apología de vida. No nos acordemos tarde. Acordémonos ya. Vivamos los momentos, aunque nos parezcan superfluos, como si fueran situaciones importantes. Busquemos el sentido a las pequeñas cosas y sin dramatizar las cosas importantes. Un fuerte abrazo y el mejor de mis saludos.
* Texto extraído de "Los Secretos de la noche", programa radiofónico independiente de finales de los años ochenta.
* Autor: Juan José Torres
*música recomendada: Like and old fashioned waltz, de Sandy Denny

viernes, 16 de octubre de 2009

ESE ADIÓS QUE NUNCA SE DIJO

Ayer volví a ver, después de mucho tiempo, a esa mujer con nombre de flor y de nuevo, como viene siendo costumbre, se negó a devolverme el saludo. Hace unos veinte años mantuvimos una relación de amistad cordial y sincera. Sin embargo, un día cualquiera unos malintencionados comentarios de terceras personas y una inadecuada interpretación de ella cambiaron, en unos minutos, dos años de compañerismo. Ni siquiera tuve la posibilidad ni de la réplica ni, en su caso, de una defensa injustificada, al no crear yo malentendido alguno.
El caso es que aquella amistad desapareció como del día a la noche y los escasos encuentros casuales sólo sirven para un saludo infructuoso de mi parte al que sigue una desconsolada evasión por la suya. Sirva este artículo para identificarme con numerosas personas que hayan padecido, por unas causas u otras, esta misma experincia; y que seguramente esto sucede con demasiada frecuencia, pero por más que sea un hecho generalizado no le encontramos explicación. Más aún, al desconcierto se le añade sufrimiento, un sufrimiento inútil.
Estuve meses, incluso años, preguntándome qué claves tiene una concreta situación para que de golpe, en un giro brusco y radical, ya nada sea lo mismo. Y llegué a la conclusión de que el tiempo no cura las heridas. De la heridas sólo cicatrizan las del cuerpo porque las otras, las del alma, quedan siempre abiertas. Ocurre tan sólo que aprendemos a convivir con ellas y lo que fue un trauma psicológico en sus primeras fases se convierte, con el tiempo, en una momentánea molestia cuando recordamos.
Es el tiempo quien obra el milagro, pero no olvidando lo que no se puede olvidar. Porque el tiempo, ese concepto que guardamos unos en un reloj y otros lo dejan correr, ese invento que se nos escapa en cada parpadeo, es la mejor terapia para domesticar los sufrimientos; el más eficaz recurso para no morirnos del todo.
Ayer la volví a ver y la volví a saludar, pero ya no la saludo con tristeza, ni siquiera con ninguna esperanza. La saludo porque es mi obligación recorarla como fue, por más que ella lo ignore. La saludo por la cortesía que nunca perderé, por más que ella la rechace. La saludo sabiendo que hay amistades que no tienen retorno, pero que existieron. La saludo porque es una forma de mantenerme vivo. Y la saludo por si acaso, qué fragilidad humana, un día dejo de saludar y alguien me da los buenos días.

lunes, 12 de octubre de 2009

Mi estreno

Si en mi vida cotidiana suelo ser, en general, un ser tímido, esta característica se me amplifica al incorporarme a las nuevas tecnologías. Acabo de construir mi blog personal y esta son mis primeras letras en la duda de mi estreno.
Ignoro la frecuencia en la que utilizaré esta ventana pues estoy sujeto a mis condiciones laborales y también personales. No obstante procuraré asomarme por aquí con relativa periodicidad, y si puede ser a diario mejor. Aunque sea un poquito.
El título me define un poco. No soy un jovenzuelo pero tampoco estoy de vuelta de nada; sin embargo encuentro desencanto por doquier allá en las cosas que observo, leo o escucho. Corrupción política, crisis económica, insolidaridad, egoísmo, falta de Sentido Común, que es el primero y más elemental de los sentidos.
No significa que la referencia del título haga de mí una persona abatible, todo lo contrario. Rezumo vitalidad, alegría y optimismo, pero todo ello desde el desencanto, como si partiera de cero.
Sirvan estas líneas para romper mi largo silencio y como modesta carta de presentación. En próximas apariciones iré dando retazos de mi declaración de intenciones.
Saludos